Este texto es sólo un fragmento del libro de Támas Krausz, publicado en lengua húngara, “Lenin – Társadalomelméleti rekonstrukció“, Ed. Napvilág, Budapest, 2008 (Lenin, Reconstrucción de su teoría social). La presente versión al español es una traducción desde el idioma ruso, realizada por Norberto Zuñiga Mendoza, a partir del texto en ruso del Profesor Támas Krausz.
(Tomado de Cultura Proletaria)
Al momento de la primera revolución rusa, Lenin, efectuando un análisis político cotidiano, confrontaba los problemas prácticos de la revolución desde la perspectiva teórica del socialismo, lo que le permitía entender con claridad el fenómeno del contraste entre una situación revolucionaria y otra posrevoludonaria. Tanto los rasgos “profesionales y organizativos” como las funciones políticas de los órganos de autogestión popular que eran los Soviets surgidos durante la revolución, eran, ante todo, elementos evidentes que contribuían fuertemente a su consolidación. Así, Lenin consideraba que los Soviets eran órganos de autodefensa revolucionaria, y a la vez, embriones de un nuevo y gran poder que atravesaban por diferentes etapas, y poseían características y tareas específicas a lo largo de su proceso de desarrollo. Por ejemplo, después de la derrota del levantamiento armado en Moscú, en diciembre de 1905, surgió como la primera necesidad la de la organización de la autodefensa revolucionaria. Bajo esta perspectiva, Lenin consideraba que las “pseudo-promesas” y las aspiraciones utópicas de autogobierno eran nocivas para la totalidad del movimiento, pues si no era tomada en cuenta la realidad inmediata, en aras de pensar solamente en el periodo posrevolucionario (o sea, la sociedad del futuro), eso suponía que se desviaba la atención y energía de esa tarea inmediata de la autodefensa revolucionaria.
En ese sentido, los sucesos de 1905 fueron la antesala de lo que estaba por venir, esto es, que con el curso de la revolución surgieron, como nunca se había visto en la historia de Rusia, organizaciones obreras de autogobierno y de autodefensa -los llamados Soviets (Consejos o Asambleas)-, los cuales cumplían al mismo tiempo funciones de diferente carácter: económicas, sociales, políticas, administrativas y hasta militares, dentro del enorme territorio comprendido entre las ciudades de San Petersburgo hasta Ivanovo-Voznesiensk(1). A finales de 1905, unos días antes de su arribo a Rusia, Lenin escribió un artículo sobre esas nuevas instituciones de la revolución, los Soviets de Diputados Obreros, bajo el titulo: “Nuestras tareas y el Soviet de Dipurodos Obreros“.(2)
En éI rechazaba abiertamente la disyuntiva: “¿Soviet de diputados obreros o Partido?”. señalando que los Soviets debían ser entendidos como formas de auto-organización de toda la clase obrera, y sobre todo, de toda la población antizarista, y además, que éstos habían surgido como una especie de “organizaciones profesionales” del proletariado, imposibles de ser usurpadas por partido alguno. Argumentaba también que, tanto los Soviets como los partidos obreros y socialistas tenían diferentes tareas, y que cada uno era apoyado por diferentes grupos sociales. Al mismo tiempo, Lenin veía a los Soviets no como un tipo de organización socialista, sino precisamente como una organización revolucionaria. “Posiblemente me equivoque -escribía Lenin-, pero me parece (según mis apreciaciones parciales y sólo en el “papel”) que en el ámbito político, el Soviet de Diputados Obreros debe ser visto como el embrión de un gobierno revolucionario provisional“.(3)
Por lo tanto, consideraba que tales organizaciones populares tenían un papel más positivo que negativo en la conformación de una estructura política para roda Rusia, proceso en el cual tomaban parte no solamente los socialdemócratas rusos. Lenin encontraba que los Soviets eran la prueba fiel de que era pretensión de los socialdemócratas imponer cualquier tipo de idea, y de que la dirección del país debía esencialmente pasar a las manos de los órganos creados directamente por el pueblo. “Nosotros no imponemos al pueblo ningún tipo de idea inventada por nosotros -escribía Lenin-, solamente nos interesa tomar la iniciativa al momento de realizar todo aquello que es de primer orden para la vida en Rusia… Nosotros nos basamos completa y exclusivamente en la iniciativa que emana libremente de las mismas masas de trabajadores“.(4)
Lenin esperaba el debilitamiento de la influencia eserista dentro de los Soviets, pero no obstante, este momento táctico nunca se contrapuso a su proyecto principal. Posteriormente, Lenin apreciaría el papel de los Soviets de la siguiente forma: “Al calor de la lucha se integró una organización de masas muy singular: los célebres Soviets de Diputados Obreros que eran juntas de delegados de todas las fábricas. Estos Soviets de Diputados Obreros han ido adquiriendo cada vez más un papel protagónico en varias ciudades de Rusia, como gobierno provisional revolucionario y como dirigentes de las insurrecciones“.(5)
En aquellos tiempos, el periódico menchevique “lskra” proponía organizar inmediatamente “la autogestión revolucionaria” como “el posible prólogo del levantamiento“, y todo esto en el marco de la táctica de boicotear las elecciones. Pero Lenin tenía una posición exactamente contraria: antes de la revolución -pensaba-, la problemática de la autogestión revolucionaria (en sus aspectos profesionales y económicos) era en gran parte prematura, dado que sólo un levantamiento triunfante era capaz de crear las condiciones para esa autogestión. “La organización del autogobierno revolucionario -escribía Lenin- y la elección de los Diputados por el pueblo, no es el prólogo de un levantamiento, sino más bien su epílogo. Es necesario vencer en la insurrección (aunque sea en una ciudad), y constituir un gobierno revolucionario temporal, para que éste, como órgano de la insurrección y como líder reconocido del pueblo revolucionario, pueda tomar parte en la organización del autogobierno revolucionario“.(6)
Durante los años de 1905-1906, Lenin subrayaba insistentemente el hecho de que el autogobierno obrero no podía subsistir si subsistía también el antiguo régimen; y refinando cualquier tipo de esperanzas ingenuas escribía: “Si el Zar conserva el poder, el autogobierno revolucionario está confinado a ser sólo un fragmenco de revolución… y si esa fuera la consigna principal del proletariado revolucionario, significaría entonces crear la confusión, y además, favorecer a los libertarios (Una de las fracciones de los liberales. Nota de T. K.). No debemos mezclar la organización de la guerra o la organización de la insurrección con la organización del autogobierno. Debido a su función, a su surgimiento y al carácter organizativo de la insurrección, la organización de las fuerzas armadas debe de ser completamente diferente a la organización del autogobierno revolucionario“.(7)
Lenin combinaba los procesos revolucionarios de la siguiente manera: “convocar a una Asamblea general-popular constituida por un gobierno revolucionario temporal, organizar el levantamiento armado y también un ejército revolucionario con el fin de derrocar al poder zarista”(8). Por lo tanto, consideraba pertinente la táctica del boicot de la Duma, siempre y cuando se dieran las condiciones para un levantamiento armado, para que así tal boicot demostrara a las masas revolucionarias el carácter inacabado del proceso revolucionario(9). Por eso, mantener la autocracia de la Duma significaba dar “un paso hacia las posiciones de la monarquia burguesa“, lo que, de ningún modo, iba en el sentido de la realización de los esfuerzos populares.
Pero en 1907, la posibilidad de la transformación democrático-burguesa sufrió su derrota definitiva, y sus objetivos principales sólo se realizaron más tarde, en febrero de 1917. Y sólo después de esta fecha, se mostró entonces la otra cara del año 1905: la revolución obrero-campesina y de los soldados, dirigidos por sus órganos centrales. que en estas fechas contaban ya con una mayor experiencia, dirigidos por los Soviets y los comités campesinos, se apropiaron nuevamente del control sobra la propiedad de la tierra. De tal manera, el folleto “El Estado y la revolución“, de ningún modo apareció “inesperada y casualmente” como se piensa comúnmente. Pues ya en marzo de 1908, en su articulo “Las lecciones de las Comuna“, Lenin evaluó de manera puntual y conjuntamente la experiencia de la Comuna de París y el esfuerzo de los Soviets en la primera revolución rusa.(10)
Allí se detuvo en los dos errores más comunes del proletariado. En primer lugar, y siguiendo la teoría de los proudhonistas, que soñaban con “el establecimiento de la justicia divina en el país“, ni llevaron a cabo la “expropiación de los expropiadores“, ni se adjudicaron los bancos. “Segundo error: la excesiva generosidad del proletariado. Se debió exterminar a los enemigos, en vez de agotarse intentando influirlos moralmente, y desdeñando de este modo el peso de las acciones bélicas durante la guerra civil…“.(11)
Y si consideramos que la burguesía francesa, al aplastar la Comuna, no sólo dejó de lado cualquier tipo de razones morales, sino que desató toda una ola de asesinatos, entonces quedan claras las razones por las cuales Lenin, durante el periodo de las represiones contrarrevolucionarias en Rusia, reflexionaba acerca de las posibles y supuestas tareas de la autodefensa de la revolución proletaria en el futuro. Al mismo tiempo, presentía que la revolución rusa podía alentar la propagación internacional de la revolución, cuando afirma que la Comuna “agitó al movimiento socialista en toda Europa, mostró la fuerza de la guerra civil, disipó las ilusiones del patriotismo y rompió con la esperanza ingenua de las aspiraciones nacionalistas de la burguesía. La Comuna enseñó al proletariado europeo a plantear de manera concreta las tareas de la revolución socialista“(12). Como era habitual en él, Lenin mostró aquí el modo en que entendía las regularidades y la experiencia histórica, como una experiencia común de todo el proletariado, aún cuando una parte significativa de la clase obrera europea y rusa, no comprendía todavía en 1908 el alcance general de la Comuna de París.(13)
Al principio de 1917 y en relación con las reflexiones de Marx en “La guerra civil en Francia” acerca de la experiencia de la Comuna, sobre la necesidad de la reducción de la jornada laboral y también sobre el punto de la “unión del trabajo productivo de todos con la participación de todos en la dirección del Estado“, Lenin, al hacer referencia a la experiencia de los Soviets de 1905, anotó las siguientes observaciones al margen, dentro de los cuadernos “azules”: “La revolución rusa llegó al mismo punto, aunque de una parte se aproximó más temerosamente que la Comuna de París, y de otra parte, demostró más ampliamente las posibilidades y alcances de los “Soviets de Diputados Obreros”, de “Diputados Militares y Marinos” y de “Diputados Campesinos“. Esto fue la “Nota Bene” del proceso. (14)
Como hemos visto, el problema práctico de la destrucción del Estado político, y la cuestión sobre las tareas posibles de un totalmente distinto tipo de “Estado”, a la manera de la Comuna de París, eran ya, hacia los años de 1907-1908, temáticas presentes y recurrentes dentro de la obra de Lenin.
Notas:
(1) Esta última ciudad está situada a mil kilómetros de San Petersburgo, habiendo sido desde la segunda mitad del siglo XIX y hasta la actualidad, el centro textilero más importante de Rusia. En ella hubo siempre importantes movimientos obreros y en 1905, al calor de la revolución, se fundó allí el primer Soviet de Diputados Obreros de la historia. (Nota del traductor).
(2) Lenin, V. I. “Obras Completas“, t.12, pp.59-70 (en ruso). Lenin se definía a sí mismo como un “espectador lejano”, arguyendo que en ese momento no era un observador directo de los acontecimientos, y reservándose el derecho de cambiar posteriormente su posición. Sin embargo, su perspectiva analítica ya incluía bastantes elementos teóricos y metodológicos que, independientemente de las “casualidades” políticas, serían utilizados posteriormente.
(3) Op. cit., p.63
(4) Op. cit., p.69.
(5) En un artículo fechado el 4 de julio de 1906, Lenin polemizaba con el dirigente (en esos momentos ya bajo arresto y además exiliado) del Soviet de Petersburgo, G.S.Khrustalev-Nosar, sobre la pertinencia de crear Soviets. Lenin pensaba que en la etapa de la autodefensa revolucionaria sería erróneo arriesgar a estas organizaciones obreras, al asumirlas como los “destacamentos de vanguardia” y abandonarlas a la suerte de los poderes dominantes. Sólo coincidía con Khrustalev (que llamaba al Soviet de Petersburgo, “el Parlamento revolucionario del proletariado revolucionario“) en un punto: era necesario vincular la organización de los Soviets con la presencia de determinadas premisas políticas, y con ciertas condiciones del movimiento revolucionario. Op.cit,. pp.287-290.
(6) Lenin, V.I. “El boicot de la Duma de Bugilinsky y la insurreción“. En Lenin, V.I. “Obras Completas” (en ruso), t.11, p.172. (Publicado por primera vez en “Proletari“, nº12, 16 de agosto de 1905). Unas semanas después, Lenin tocó el tema de nuevo en su nota “Sobre el momento actual“, publicado en “Proletari“, nº18, 26 de septiembre de 1905: “Desde que la Duma de Kerch amplía por su propia iniciativa los límites de la jurisdicción que le asigna la ley, desde que toma parte en la vida revolucionaria de todo el país, en esa medida emprende el camino de una verdadera “autoadministración revolucionaria”. Pero ¿en donde está la garantía de que esta autoadministración se convierta en “popular”? Y además, ¿debemos, nosotros, socialdemócratas, destacar este “fragmento de revolución” como la cosigna principal de agitación, o más bien predicar la completa y decisiva victoria de la revolución, imposible de realizar sin una insurreción?“. Lenin V.I. “Obras Completas“, t.11, p.273.
(7) Lenin, V.I. “El congreso del Zemstvo“, en “Obras Completas“, t.11, p.279. (Publicado por primera vez en “Proletari“, nº19, 3 de octubre, 20 de septiembre de 1905).
(8) Op. cit,. p.280.
(9) En ese contexto, en su discurso de la III Conferencia del POSDR, llevada a cabo del 21 al 23 de julio (3-5 de agosto) de 1907, Lenin señalaba: “El boicot es dañino, nos nubla la visión: cuando asistamos a la transformación del levantamiento profesional en movimiento político y revolucionario, solamente entonces podremos hablar de la pertinencia del boicot“. Op. cit., t.16, p. 473. En el plan y el contexto de la resolución general, concerniente a la participación en las elecciones a la III Duma, de nuevo subrayó: “El boicot sería correcto solamente ante un levantamiento general, o ante la lucha contra las ilusiones constitucionales“. Op. tit., p. 476.
(10) Este artículo forma parte de las notas de la ponencia de Lenin en Génova, publicada en “La Gaceta extranjera“, nº2, del 23 de marzo de 1908. La ponencia fue leída el 18 de marzo wn el Mitin Internacional de los socialdemócratas, conmemorando el aniversario de la Comuna de París. Op. cit, pp. 451-454.
(11) Op. cit., p.452.
(12) Op. cit, p. 453.
(13) Con respecto a la revolución, Lenin pensaba que el proletariado recordaba muy bien las lecciones de la Comuna. O más exactamente, Lenin había previsto muy bien estas lecciones: en el levantamiento armado, los obreros rusos, supieron condensar toda la experiencia anterior de los movimientos de protesta. Por otro lado, también había hecho hincapié insistentemente en la agudeza de los obreros rusos para plasmar inteligentemente, en la realidad, las formas originales de la vida comunal rusa.
(14) Op. cit., t.33, p. 229.