El Soviet de Moscú surgió más tarde, incluso que algunos de provincias. Formalmente, empezó su existencia el 22 de noviembre, pero la idea de su creación surgió ya en septiembre, durante la huelga de tipógrafos, que provocó un poderoso movimiento de solidaridad de la clase obrera de Moscú, con mítines, manifestaciones, choques con las tropas y barricadas. Los tipógrafos eligieron un Comité que fue en realidad el embrión del futuro Soviet. En efecto, ese Comité de huelga se convirtió en un organismo revolucionario que llevó a la práctica, por su voluntad, la libertad de reunión y de palabra, organizó asambleas en locales públicos, consiguiendo después su legalización, y presentando después una serie de reivindicaciones de carácter político. En un principio, cada taller eligió un diputado. Después se estableció la norma de un diputado por cada 20 obreros. El Comité de tipógrafos se convirtió, en el curso de los acontecimientos, en Soviet de Moscú. En los últimos días de su existencia, éste contaba con 200 diputados, que representaban a más de 100.000 obreros, es decir, a la mayoría aplastante de la clase obrera de Moscú.
La necesidad de crear el Soviet nació de la circunstancia de que existiera un Comité de huelga —que dirigía el movimiento político contra la autocracia— compuesta principalmente de elementos burgueses, con una reducida representación de los obreros. Lo mismo había debido hacerse en otras poblaciones, como por ejemplo, Samar y Kiev. Se hicieron distintas proposiciones de unificación, estimulados incluso por una parte de los obreros, que estimaban imprescindible la colaboración de todos los esfuerzos para luchar contra el enemigo común. El Soviet, sin embargo en este sentido, sin negarse, por ello, a colaborar en casos concretos de lucha contra la autocracia. El Soviet de Diputados Obreros representó un gran paso adelante en el desarrollo del movimiento, convirtiéndose en órgano de la insurrección. El Soviet de Moscú tomó una actitud mucho más decidida que el de Petersburgo con respecto al armamento y a la labor de propaganda y organización entre los soldados. Funcionó incluso, aunque efímeramente, un Soviet de soldados, que no celebró más que una reunión. En el Soviet los socialistas revolucionarios y los mencheviques desempeñaron un papel secundario. El papel principal lo desempeñaron los bolcheviques, cuya influencia era predominante, a pesar de que formalmente los tres partidos tenían representación absolutamente igual en el Comité Ejecutivo (dos diputados cada uno).
Además del Soviet central existían Soviets en las barricadas, las cuales tomaron una participación muy activa en todo el movimiento.
El Soviet se puso al frente de la insurrección de diciembre. La decisión de ir a la huelga general adoptada por el Partido Socialdemócrata fue refrenada por el Soviet y las Asambleas generales celebradas en cada fábrica.
El Soviet gozaba, como en Petersburgo, de un gran prestigio entre las masas trabajadoras. En las elecciones de los diputados al mismo participaba literalmente toda la clase trabajadora de Moscú, que habitualmente acompañaba a los diputados a la primera reunión en medio de un entusiasmo delirante. Para formarse una idea del entusiasmo de los trabajadores y de la participación de los mismos en las elecciones, son muy características las palabras pronunciadas por un viejo fundidor del barrio de Lefórtovo, elegido por sus compañeros. “Camaradas -decía- sólo ahora comprendo la fuerza que puede llegar a tener la unión de la clase obrera. He visto que en la acción colectiva en la lucha con nuestros enemigos, los burgueses, podemos obtener todos los derechos y todas las libertades. YO, que ya soy viejo, ni tan siquiera podía soñar con ser elegido para defender nuestros derechos obreros y llevar el título honroso de representante del Soviet de Diputados Obreros; pero creo que no podremos pasarnos de una lucha sangrienta con nuestros opresores, y por esto, vuestros elegidos os pedimos que sostengáis con las armas en la mano vuestros Soviets de Diputados Obreros.”
Sin los Soviets, la organización del Partido no hubiera podido arrastrar a las masas a la lucha armada ni crear aquella atmósfera de combate y de solidaridad que alentó a inmensas masas obreras. Los Soviets-Andreu Nin