La Revolución China.
Su inicio
El largo proceso revolucionario iniciado en 1912 con la caída de la monarquía y el establecimiento de la República dirigida por el Kuomintang de Sun-Yat-sen culminará con el triunfo comunista en 1949 y el establecimiento de la República Popular dirigida por Mao Zedong. Tras haberse anexionado Manchuria en 1931, Japón lanza en 1937 la invasión de China. El gobierno nacionalista del Kuomintang y los comunistas dejan de enfrentarse y se alían en la lucha contra el invasor nipón. De 1940 a 1945 hay cuatro grandes fuerzas en China: el invasor japonés que controla las zonas más ricas del país; un gobierno chino colaboracionista dirigido por Wang Ching-wei y establecido en Nankín; el nacionalista Kuomintang apoyado por británicos y norteamericanos; y el comunista de Mao apoyado por la Unión Soviética. Cuando Japón es derrotado y abandona China en 1945 vuelve a estallar la guerra civil entre el bando nacionalista apoyado por EE.UU. y el comunista que recibe la ayuda de la URSS. La guerra concluye en octubre de 1949 con el triunfo del Ejército Rojo que proclama en Pekín la República Popular China. Las tropas supervivientes de Chiang-Kai-Chek se refugian en la isla de Formosa (Taiwán), donde establecen un gobierno nacionalista chino apoyado por los EE.UU. La revolución comunista china había triunfado
La fase de la revolución democrático-popular
El doble carácter de la revolución, democrático en el frente interno, y ante el externo de tipo nacional, requería que la revolución china debía pasar “por dos etapas: primero, la revolución democrática, y segundo, la revolución socialista”. Mao señalaba que la primera etapa revolucionaria, la democrático-burguesa, era de nuevo tipo, es decir, no dirigida por la burguesía hacia el capitalismo sino “el establecimiento de una sociedad de nueva democracia bajo la dictadura conjunta de todas las clases revolucionarias dirigidas por el proletariado”, dentro de la “revolución socialista proletaria mundial”; culminado esto se llevaría al “establecimiento en China de una sociedad socialista”. En el período final (1945-1949) del proceso revolucionario, ya finalizada la Segunda Guerra y la retirada japonesa, el PC y Mao supieron explotar las insondables contradicciones de clases en la sociedad china. Mao “alineó de un costado al imperialismo, los terratenientes y demás sectores retrógrados cuyo dominio iba a perpetuar la dependencia”, y a esto, Mao opuso un frente de las clases populares revolucionarias hacia una democracia y a la revolución socialista, en una organización “que sea capaz de servir no a los explotadores, sino a los explotados”. Chang se hacía con los pertrechos bélicos de la retirada japonesa y “se incorporó como mediador -entre el PC y el KMT- el general norteamericano (sic -N.A.:“estadounidense”) George Marshall, mientras Estados Unidos equipaba a los ejércitos del KMT”97. Pese al acuerdo de armisticio entre el PC y el KMT98, Chang Kai-shek, inició en julio de 1946 la guerra civil, y con apoyo de la fuerza aérea de EE. UU. y sus “semper fidelis” marines, lanzaría una ofensiva contra el PC y el Ejército Popular de Liberación que debió replegarse de las urbes a las zonas rurales, en una desventaja de 4 a 1 en cantidad de soldados . Pero el ejército revolucionario seguía siendo un “pez en el agua”, y siguió la estrategia ideada por Mao: ante la ofensiva del KMT, las fuerzas revolucionarias se replegaron. En 1948, comenzó la ofensiva del Ejército Popular, avanzó sobre las ciudades, y comenzó a desintegrarse el régimen del KMT. Mientras los revolucionarios entraban a Pekín, al año siguiente, Chang era derrotado en la última batalla en que había puesto alguna esperanza. A fines de 1948, en la inauguración de la Conferencia Política Consultiva del Pueblo, Mao dijo: “Nos hemos unido y hemos derrotado a nuestros opresores extranjeros y del interior con la guerra popular de liberación”. Y en enero de 1949 entraban a Pekín, donde el 1 de octubre de 1949, la República Popular China sería proclamada en la Plaza de Tian An Mien por Mao Tse-tung. Había llegado la hora de aplicar las transformaciones estructurales propuestas por Mao: “Como sistema de Estado, dictadura conjunta de las diversas clases revolucionarias; como sistema de gobierno, centralismo democrático”, en esta nueva democracia donde la economía estaría en manos de China, estatizando “los grandes bancos y las grandes empresas industriales y comerciales . Todas las empresas pertenecientes a chinos o extranjeros que fuesen de carácter monopolista serán administradas por el Estado” .